sábado, enero 20, 2018

Los veinte alumnos



(Imagen: Vikimedia Commons)




Llevo más de treinta años de dar talleres de creación literaria (son más que los años que llevo de dar clases de literatura). Así que a estas alturas se hace visible que algunos patrones son recurrentes. Aquí una lista de los veinte tipos de alumnos que más me representan un desafío en los talleres de narrativa.

1.   El patógrafo. Es el que escribe con las patas. Trae al taller textos llenos de faltas de ortografía, porque “sabe” que para eso hay correctores de estilo en las editoriales, o piensa que el buen estilo es sólo un elemento decorativo poco masculino, algo así como un moñito rosa que le quita al texto su tosca belleza.
2.   El turista. Es el que va a un taller y a otro y otro y a todos lleva el mismo texto, como para poner a prueba a los maestros. No sabe que así como los alumnos hablan de los maestros, así los maestros hablamos de los alumnos.
3.   El solidario. No cree en el maestro, pero va al taller para no dejar morir sólo a su amigo.
4.   El amateur. No trabaja en su escritura más que cuando va al taller. Cree que con dos horas a la semana se construye un oficio.
5.   El genio. Tiene la misión de revolucionar la literatura porque ya todo está agotado y hay que dejar atrás el anquilosamiento de los clásicos. Lee sólo autores difíciles. Acepta sólo la opinión de quien le aplaude y piensa que, si los demás no le entienden, es porque les faltan lecturas para apreciar su genio.
6.   El pandillero. Más pragmático que el anterior. Piensa que el éxito literario no es cosa de genio sino de contactos, así que asiste al taller para hacer relaciones públicas. Desde la primera clase se pone a tejer alianzas y pactos tácitos, es muy duro con los que le caen mal y muy elogioso con sus contlapaches, convirtiendo así el taller en un microcosmos del asqueroso medio literario. Lee lo que está de moda, incluyendo suplementos y blogs de autor y se sabe todos los chismes.
7.   El don Juan. Es el que va a buscar novia o amante y cree que alabando y analizando lo que escribe la víctima en turno la hará caer. Lo triste es que veces le da resultado.
8.   El homenajeador. Es el que imita descaradamente a otro autor, sin una lectura crítica ni una asimilación verdaderamente creativa. Lo más chistoso es cuando este tipo de alumno cree que nadie del taller se da cuenta.
9.   El patriota. Es el que escribe textos henchidos de amor por la patria chica (o grande) que resaltan de acuerdo con los moldes más rancios la belleza de nuestras tradiciones, la sabiduría de nuestros campesinos y la grandeza de nuestros antepasados.
10.       El apóstol. Es el que escribe textos adoctrinantes (religiosos, políticos o moralistas) que buscan “dar un mensaje” y así ayudar al perfeccionamiento de la humanidad.
11.       El chaquetero. El que escribe textos “para leerse con una mano”: relatos dizque eróticos que la ingenuidad hace inverosímiles, el lenguaje clínico hace frígidos y el lugar común acaba de matar.
12.       El fumado. Es el que se ha puesto a crear mundos fantásticos mezclando atropelladamente elementos de muy distintas culturas, sin conocerlas y sin lograr al final más que una especie Tolkien psicodélico.
13.       El poeta. Es el que escribe textos super poéticos que se presentan como narrativa sólo porque están escritos a renglón seguido, pero no tienen verdaderos personajes ni conflicto ni poesía.
14.       El discriminado. Se asume como representante de un grupo vulnerable y cree que eso nos quita a todos el derecho a ver defectos en sus textos.
15.       El reportero. Es el que cuenta cosas inverosímiles con el pretexto de que “sucedió en la vida real”. Este alumno no entiende que el universo literario es racional, a diferencia del que él llama “real”.
16.       El hard boiled. Narra situaciones violentas, con personajes que hablan como Sam Spade, no creen en el amor, beben whisky y fuman y son buenos para los trancazos. Este alumno rara vez pasa de ser un imitador. Y rara vez conoce de primera mano el mundo que intenta recrear.
17.       El paciente. Es el que se agarra el taller como grupo de terapia y escribe para desahogarse de sus problemas sin mayor conciencia del oficio. A estos hay que tomarlos totalmente en serio porque si no se ofenden.
18.       El imparable. Escribe textos larguísimos llenos de anécdotas y diálogos intrascendentes. Y, cuando no da tiempo de leer todo en el taller, le receta el engargolado completo al más benévolo de sus compañeros.
19.       El conmovedor. Escribe cosas lacrimosas que, curiosamente, suelen tener en sus compañeros el efecto deseado. No sé quién me exaspera más, si el que escribe eso o los que lloran con él.
20.       El ilusionista. Es el que escribe textos con finales sorpresivos en donde la sorpresa viene de introducir un elemento que no había forma de prever ni explicación racional de cómo llegó ahí.

4 comentarios:

José Luis Cetina Sauri dijo...

Genial descripción. Por supuesto que uno siempre se encuentra con muchos de esos tipos de asistentes a cursos que se mencionan en el texto. Propongo uno más: El Inoportuno: aquel que interrumpe al maestro constantemente para demostrar que sabe tanto o más que él.

Agustin Cadena dijo...

Gracias, José Luis. Saludos.

Oscar Kings dijo...

Me han contado que igual existe el tipo "Cometa Halley": es el que se presenta alguna vez al taller y no regresa. Pocos pueden asegurar haberlo visto. Estoy seguro que igual de esos has tenido en tus talleres, Agustín.

Agustin Cadena dijo...

:D :D :D Sí, Óscar. Tuve uno así en el taller de Pachuca. Será bienvenido cuando quiera regresar.