miércoles, enero 07, 2015

Campamento de refugiados



Es un lugar secreto, de cuya existencia no sabe ni siquiera la gente que vive cerca. El gobierno no quiere revelarlo porque sus científicos no han podido obtener información satisfactoria. Los refugiados no hablan ningún idioma conocido, así que no se sabe cómo se llaman ni de dónde proceden ni adónde intentaban ir.
          Los encontraron en diferentes lugares. Uno apareció flotando en el río, casi muerto. Otro cruzó la frontera en el tren, sin llevar consigo ni pasaporte ni identificación alguna ni teléfono celular: nada que ayudara a rastrearlo. A una de las mujeres la hallaron caminando por la orilla de la carretera. La mayoría fueron detenidos en alguna ciudad: vagabundos sin casa. Sus huellas digitales no aparecen en los bancos de datos. Su adn es indescifrable. Pero todos son jóvenes y todos muestran marcas misteriosas en alguna parte del cuerpo.
          Mientras se logra saber más de ellos, el gobierno los tiene ahí, en ese campamento secreto que desde lejos parece una base militar. Hay cercas de alambres de púas, perros, guardias armados.
          Los refugiados viven en tiendas de campaña individuales; tienen un baño para todos, una red de voleibol, un comedor, aunque no hay horario para las comidas. Pueden ir a la hora que quieran. Nunca hablan, ni siquiera entre sí. No parecen interesados en nada ni tienen miedo de nada. A veces sonríen solos, sin motivo aparente. Y a veces se ponen a trazar signos en la arena del campamento. Quién sabe qué significan: son signos misteriosos como los que tienen en su cuerpo.
          El gobierno no sabe nada de ellos, pero los libros ancestrales los mencionan. Hablan incluso de sus marcas, aunque no dicen qué significan. Los llaman “Los Mensajeros”.

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