viernes, septiembre 17, 2010

El último príncipe del Imperio Mexicano


Después de años de laboriosa investigación documental, que la llevó a varios países en ambos lados del Atlántico y a una multitud de bibliotecas y archivos, y de un intenso proceso creativo, C. M. Mayo logró concluir su novela The Last Prince of the Mexican Empire, que inmediatamente fue aclamada como una gran novela histórica, precisa en su documentación y altamente artística en su factura. Todavía venía caliente del horno cuando la autora y yo nos pusimos de acuerdo y empecé a traducirla. Fue un proceso largo y arduo —el mayor reto que he enfrentado como traductor—, debido a todo el contexto cultural en que se desarrolla la obra y que es parte de su riqueza. Ciertamente, las dificultades no se reducían a recrear el lenguaje del siglo XIX; para caracterizar a sus personajes, C.M. Mayo debió recurrir a otros lenguajes, muchas veces especializados; abundan en la novela términos procedentes de la botánica y de la historia militar, del diseño de modas y de la navegación, etcétera. En fin, fue un trabajo enorme, pero enormemente emocionante. El resultado: acaba de salir publicada la versión en español, con el título El último príncipe del Imperio Mexicano.

Para que el lector tenga más idea de lo que es la novela, transcribo aquí algunos fragmentos de la guía de lectura que los editores de la versión en inglés prepararon:

La historia se centra en este hecho: durante el breve Segundo Imperio mexicano, el emperador Maximiliano y la emperatriz Carlota tomaron en custodia al hijo, todavía de brazos, de un aristócrata mexicano y una madre norteamericana, nieto del primer emperador de México, y lo convirtieron en su príncipe heredero. Pero, como suelen hacerlo las novelas, ésta cobró vida propia; la historia de los desesperados padres que trataban de recuperar a su bebé de las manos de una insensible pareja real —cada día más inestable, mientras los franceses se retiraban de México y su Segundo Imperio se venía abajo a su alrededor— creció hasta convertirse en algo mucho más grande: una historia internacional de intriga política, guerra y diplomacia que tiene lugar en la Ciudad de México, en Washington, en Inglaterra, en París e incluso en Roma; una historia que entronca con la de la guerra civil norteamericana y describe la compleja situación política de la frontera entre México y Estados Unidos, especialmente con la Confederación, tanto antes como después del Imperio.

Para nuestra fortuna, C. M. Mayo decidió que la única manera en que podría abordar estas cuestiones era contar “una verdad emocional”, y sólo un novelista posee las herramientas para hacer eso: explorar las emociones y motivaciones de los personajes involucrados en los sucesos de su narración; es la imaginación creativa y el uso de lo que Mayo llama “sociología de sillón”. Un ejemplo de esto es la afortunada consecuencia de su decisión de contar la historia desde múltiples puntos de vista, incluyendo las diferentes perspectivas desde las cuales los personajes se perciben unos a otros. Se revelan a sí mismos a través de su interacción y su chismorreo sobre los demás, extraídos éstos de las cartas, periódicos, diarios y otros materiales que la autora se pasó años peinando, y lo mejor de todo es que venimos a comprender que algunas preguntas no tienen respuestas últimas. Y esta es la esencia de la buena literatura.


Esto es, básicamente, El último príncipe del Imperio Mexicano. En cuanto a la autora, para quienes aún no la conozcan o apenas estén empezando a leerla, pongo aquí alguna información:

C.M. Mayo comenzó escribiendo relato corto, y su primer libro, El cielo sobre El Nido, ganó el premio Flannery O’Connor de narrativa breve. Su segundo libro, Milagroso aire: un viaje de mil millas por Baja California, el otro México, es una memoria de viaje ampliamente aclamada. Traductora ávida de literatura mexicana contemporánea, C.M. Mayo es editora fundadora de Tameme Chapbooks-Cuadernos y compiladora de la antología México: Guía literaria del viajero, una visión de México a través de la narrativa y la prosa literaria de 24 escritores.

Quiero terminar este post diciendo que, ya no como traductor, sino como lector, una de las cosas que más me gustan de C.M. Mayo es su idea sobre la narrativa, con la cual coincido totalmente. Dice ella en una entrevista:

Ahora me doy cuenta de lo tramposo que es empezar a escribir ficción seriamente antes de los treinta años, y aun así. Creo que primero necesitas madurar, desarrollar un sentido de compasión por los demás, que es lo que de verdad se requiere para dotar de carne a los personajes literarios. La mayoría de los jóvenes de veintitantos años están en el “yo” y, para escribir narrativa, tienes que venir de un plano más espiritual que ése.

El último príncipe del Imperio Mexicano: en esta novela, la autora pasa de la teoría al ejemplo. Juzgue el lector cuando la lea.